miércoles, 7 de noviembre de 2012

En la noche y en el día





Fue la luna que espesa flotaba en la noche manchada de nubes.
Sin armadura me hallaba en aquellas tierras en que reina el destino y eres presa de la casualidad.
Sencilla presa que una vez tomada jamás será soltada.
Sin armadura y con voluntad me encontraba entre las sombras de una fiesta.
Fiesta de máscaras sin mascaras donde la juventud reinaba entre aquellos mortales.
No es un relato de magia, es uno de realidad envuelta en letras de añorado romanticismo.
Bandida realidad que te robas mis mejores sueños.
Desbaratas mis más elaborados castillos.
Castillos y sueños de Octubre que nacen y no mueren.
Cómplice es el corazón que desbocado se lanza en aventuras.  
Sin armadura te encontré una noche de celebración.
Conversamos tu y yo sin mascara, de la vida, sus aventuras y desaventuras.
Cuando el hombre y la mujer fueron joven.
Cuando el hombre y la mujer es adulta.
De seguro se celebraba la unión.
La antigua alquimia de dos almas.
La unión de dos imanes positivo con negativo.
Que ataviados salen al encuentro el uno con el otro.
Que al separarlo quedara la eterna melancolía de una totalidad perdida.
Se prometía mucho en los reinos del corazón.
Pero estos se convirtieron en peñascos al cambiar la luna con el sol.
Bendita luna y bendito sol.
Por qué debes de llegar sol y recordarme la noche?.
Cambiante fue ella pues se escondió en la cara oculta de la luna.
Aprendí que lo que se promete en las noches muchas veces se pierde en la luz del día.
Se borra como las imágenes en las nubes.
Se convierten en castillos en el mar.
No supe más de ella, cogí mis despojos, me envestí de mi armadura y agarre mi espada.
Aun me esperan encuentros en tierras desconocidas, extrañas en la noche y distintas en el día.
Pues como la luna, ofrece viaje al interior tan cambiante como la locura.
Espérame en el castillo que entre las sombras iré por ti amor.

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